Periódicamente las "niñas" vuelven a casa. A tocar madre. A
contarle y que les cuente. A cuidarle y que les cuide. A enroscarse en el sofá bajo
sus alas. A asaltarle los armarios. Y la madre, encantada, va inventando atenciones para sus pollitos: arroces al horno,
monas de Pascua, compotas de fresa, masajes de pies,
máscaras faciales,… Así es la vida.
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