martes, 15 de abril de 2008

Historias de familia

Otra foto doméstica, es decir, hecha en casa. Uno de los viejos libros de mi padre (concretamente, "Idea de un príncipe político christiano", de Diego Saavedra Faxardo, edición de 1786) y una menos vieja foto suya junto a su hermana, la tía Vicentica, cuando ambos estarían en torno a los diez u once años.
Me planteo la foto como un recuerdo a dos personas que, cada uno en un aspecto, tuvieron influencia en mi vida y como una reflexión de cómo y por qué una persona de Castellón, hijo de un pequeño comeraciante textil, acabó leyendo esos libros, tal vez buscando armamento ideológico, y, a lo mejor, justificación para una generación que había ganado la Guerra Civil y, aunque no lo querían reconocer hasta correr um tupido velo sobre el tema, se encontró con un millón de muertos entre las manos.

Fotos desde el sillón




Ventajas de estar en casa. Me siento en el sillón y acribillo a Anna a fotos. Ella protesta, porque dice que no está arreglada y la saco fea (Anna tiene una fe infinita en Elizabeth Arden, Margaret Astor y compañía, y se siente insegura sin ellas). Incluso me amenaza de muerte si subo al blog alguna de sus fotos. Disimulo con la de las manos, pero me arriesgo con un retrato. Ya es hora de empezar a vivir peligrosamente.