domingo, 28 de junio de 2009

Como en casa, en ningún sitio

Ana ha vuelto a casa, a tocar madre. Y la madre, encantada de tocar hija. Feliz como una perdiz. Recupera su olvidado rol de madre cluecla. Clooo-cloc-cloc-clooooo.
Durante unos días van y vienen juntas, y hablan de lo divino y, sobre todo, de lo humano.
Después, cada mochuelo a su olivo, con las pilas bien cargadas. Hasta la próxima.