domingo, 8 de noviembre de 2009

Paisajes de la memoria 4

La farmacia Calduch cumple sus cien años en una calle Enmedio de la que han ido desapareciendo los hitos que marcaron mi infancia y mi juventud. La pastelería Moya (había unos anuncios que rezaban "pida un Gaggia y tomará café"; yo creía que Gaggia era un pastel y si lo pedías te daban un café de regalo); casa Aldás y los espectaculares montajes de Cristobal, adornando el escaparate en Navidad y Madalena a base de material electrico; la heladería Capri (inolvidables pipos de limón,.. o de caramelo, o de tutti-fruti. Inolvidables pipos); Casa Folch, tejidos y novedades; Armengot, librería y papelería mítica donde cualquier compra se convertía en un ritual envuelto en el aroma de la madera de los lápices Fabber Castell y las gomas Milán; la libreria Ares, con su trastienda de discos y libros prohibidos por el franquismo. El "Krone", el bar de la Caja Rural a la que acudían los labradores y que la maldad popular llamaba así por la cantidad de animales que allí se juntaban; allí iba yo a recoger a mi abuelo los domingos antes de comer, que me invitaba a un agua de cebada. Billares, refugio de pecadores que se saltaban alguna clase y en cuyas máquinas electrónicas enterré una pequeña fortuna. Casa Fayos, el templo originario de la fotografía castellonense, con su decoración de estilo moruno. Óptica Chiva, donde compre mi primera Nilon F y que estuve pagando a plazos durante más de un año. Y tantos otros lugares que, como todo en Castellón, se han ido perdiendo en la memoria.