Por
esas extrañas circunstancias que se producen en las ciudades pequeñas,
visito la casa de un amigo y me encuentro con que conoce personalmente
al mítico artista de los falos floridos, y que es poseedor de una serie de obras
diseñadas especialmente para él. Por ejemplo, una colección de bombonas
de butano decoradas con sus reconocibles penes, ahora en tres
dimensiones, porque ya se sabe que el tamaño no importa. Nuevas adquisiciones para la colección, pero cada día se
hace más imprescindible conseguir el retrato de Dr.P para completar la
serie.
Añadir que la alegría estética del hallazgo se complementó
con la satisfacción gastronómica de un rissoto de tuétano y setas digno
de mejor causa. Un día completo.