Buzones del edificio de Correos, en la esquina recayente a la Plaza de Tetúan, uno de esos rincones que me recuerdan a mi infancia. Allí sigo notando el olor a vermuth y a sepia a la plancha que salía del antiguo kiosko. Ahora, con la Minerva Paranoica en mitad de la plaza y la desaparición del kiosco, ha perdido parte de su encanto.
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