viernes, 21 de mayo de 2010


En las calles que rodean al Parque de Ribalta, junto al edificio La Hispano, construido sobre los garajes de la Hispano Fuente en Segures, encuentro esta puerta de una de las antiguas cocheras desde las que salían los autobuses blancos, rojos y dorados que nos llevaban a Albocacer, para las vacaciones de verano. Me ha hecho recordar el bullicio que se montaba en aquel patio, con los chóferes subiendo y bajando las escalerillas que llevaban al techo del autobús, para colocar las maletas, las cajas y los fardos de los viajeros, convenientemente atados con cuerdas a la baca. Luego, nos esperaban tres horas de traqueteo por carreteras llenas de baches y curvas para recorrer los sesenta kilómetros hasta Albocacer.

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