jueves, 30 de julio de 2009

Reflexiones sobre la ensalada

En plena etapa de adelgazamiento (¡vano intento!) propio de estas fechas, acuciado por el hambre que provoca la eliminación de alimentos necesarios (migas de pastor para el desayuno, bocadillos en el almuerzo, arroces al horno al mediodia, incursiones vespertinas por las diversas tortas de Anna, tortillas de patata a la hora de la cena frente al televisor en el que, ¡por fin!, ha reaparecido el futbol), me entretengo en visitar blogs de cocineros diversos, que me hacen la boca agua. Os recomiendo encarecidamente el que podeis encontrar aquí al lado, en "Mi lista de blogs", Cocina para impostores, que os resolverá con mucha imaginacion el condumio diario. Pinchad allí sin miedo, y para abriros el apetito de sus jugosas reflexiones, os anticipo un poco de la doctrina que acostumbra impartir Falsarius. Que aproveche.

"El consumo excesivo de ensalada constipa el ánimo, contrae las gónadas y a decir de los expertos provoca astenia espiritual. La típica de lechuga, vamos. Otra cuestión es que ya llamemos ensalada a cualquier cosa. Ensalada de callos y morrillos de ternera, con guarnición de muslitos de pato, por ejemplo. Eso ya es diferente. Pero lo que es la ensalada en sí, la de lechugas y forrajes varios, es un coñazo que se inventó para entretenernos picando hierba mientras llega el arroz o el lechazo. Un matahambre pensado por algún antiguo cocinero astuto que no sabía qué hacer con las malas hierbas del jardín de su casa, les puso nombres molones (rúcula, brotes de primavera, canónigo y cosas así) y se dedicó a venderles a sus clientes las plantas que no se le querían comer ni las cabras. Y como suele suceder con las cosas absurdas (mírese si no el éxito de la corbata) la cosa cuajó. Cuajó y fue a más, dándose el curioso caso de que puede uno tranquilamente ir a un restaurante a comer y salir con más hambre de con la que entró."

Como veis, simbólicamente, este es el primer post sin foto. El hambre reprime mi creatividad.

3 comentarios:

  1. Fernando, ya soy un nuevo seguidor de ese blog, jeje.

    Saludos.

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  2. ¡Que pena Fernando que no puedas disfrutar del marmitaco que voy a comer, ya sabes, con su bonito del norte, sus patatitas, su pimiento choricero y su caldito divino para mojar!
    En fin...

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  3. Esta claro, Pepe. Aquí lo que hay es mucho cabrón.

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