Pese a la crisis, la vida se abre paso. Con la que está cayendo, el pintor anónimo, perdidamente enamorado, se olvida de reivindicaciones y hace una profesión de fe amatoria, aseadita y limpia. Estas cosas ayudan a mantener una luz de esperanza, aunque Rajoy siga a Dios rogando y con el mazo dando.
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