¿Es un derecho democrático la posesión de una segunda vivienda de vacaciones? ¿Era España un país rico que permitía esas alegrías? ¿Fué prudente enterrar trabajo propio y ahorros familiares en la parcela del abuelo, que en su momento "no valía nada"? ¿Tenían razón aquellos que decían que un piso, una casa, nunca bajaba de valor? La realidad va respondiendo a todas estas preguntas.
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