Aprovechando las fiestas navideñas he paseado el Castellón de mi infancia, buscando fotografiar parte de mi memoria personal, pero... ¡mi gozo en un pozo! No era consciente hasta ahora, pero mi infancia ha caído víctima de la piqueta, de la mal llamada modernización y, sobre todo, de la desidia municipal que ha permitido que cada vecino haya hecho de su capa un sayo. Se me ha hecho evidente el porqué Castellón es una ciudad despersonalizada que ha perdido cualquier rastro de su carácter en los ultimos cuarente años. En la foto, una de las escasas fachadas que se mantienen como hace años.
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